El colágeno es una proteína fibrosa que constituye una parte importante de los tejidos conectivos en el cuerpo humano. Es una proteína estructural grande que ayuda a formar una red de células fibrosas conocidas como fibroblastos, los cuales fortalecen la piel. Esta es la proteína estructural más abundante en el cuerpo y forma parte de la piel, los huesos, los tendones y los cartílagos, entre otros. Es responsable de brindar estructura, firmeza y elasticidad a la piel, manteniéndola saludable y joven. Es, por así decirlo, como el ‘andamiaje’ de la piel. Debes saber que la piel está formada por 3 capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis. Gran parte del colágeno lo podemos encontrar en la dermis y, como hemos dicho anteriormente, su función es dar firmeza a la piel y resistencia mecánica, lo que a su vez se refleja en una piel más firme, sin arrugas, sin líneas de expresión y sin flacidez.
A medida que envejecemos, la producción y calidad de colágeno en nuestro cuerpo disminuyen gradualmente, lo que lleva a la aparición de arrugas, flacidez y pérdida de elasticidad en la piel. Este proceso de pérdida de colágeno suele iniciar a los 25 años; a partir de esta edad, los niveles de colágeno empiezan a descender entre un 1% y un 2% cada año. Así, con el paso de los años y la síntesis de esta proteína disminuyendo, podremos apreciar cómo comienzan a aparecer daños en los tejidos y observaremos una pérdida en el volumen facial. El grosor y la firmeza de la piel también se verán influidos por la calidad del colágeno que se produce al envejecer; por ese motivo, será de suma importancia estimular la renovación de las células y volver a activar su producción, para así poder evitar o retrasar la flacidez y la pérdida de elasticidad de la piel, y a su vez frenar la aparición de arrugas.
Pero no solo el proceso natural de envejecimiento es culpable de la pérdida de colágeno, sino que también hay ciertos factores que pueden acelerar su disminución y daño. Exponernos a estos factores, tanto internos como externos, puede dar lugar al deterioro de la calidad del colágeno. Estos factores incluyen: la exposición a la luz solar, fumar, beber alcohol, la falta de sueño, la contaminación, la luz azul, el estrés, una mala alimentación (como consumir demasiado azúcar o alimentos procesados), el sedentarismo y la falta de consumo de suficiente agua. En otras palabras, cualquier cosa que pueda inducir al cuerpo a crear radicales libres, ya que estos son capaces de alterar y dañar el colágeno. Si deseas obtener más información sobre los efectos de los radicales libres en nuestra piel, puedes leer nuestro artículo, «Radicales Libres: Cómo proteger tu piel del estrés oxidativo«.
Por lo tanto, mantener niveles óptimos de colágeno es esencial para tener una piel joven y radiante. Ahora que comprendemos la importancia del colágeno, vamos a ver qué factores favorecen su pérdida y cómo podríamos aumentar su producción para obtener una piel más firme y juvenil.
El colágeno desempeña un papel fundamental en la piel, siendo responsable de proporcionar firmeza, elasticidad y estructura. Contribuye a mantener la piel hidratada y joven, ayudando a prevenir la formación de arrugas y líneas de expresión. Además, favorece la cicatrización de heridas y promueve la regeneración celular, lo que resulta en una piel más sana y radiante.
¿Qué beneficios tiene el colágeno?
Como se ha mencionado anteriormente el colágeno es muy importante para la piel ya que cumple con la función de conservar una buena apariencia física e impedir infecciones y enfermedades. Así pues:
- Construir una buena barrera protectora para protegernos de agentes externos.
- Es la base estructural de la piel, que le da resistencia y firmeza.
- Conserva la hidratación de la dermis y ayuda a conservar la elasticidad de la misma.
- Reduce la flacidez de la piel.
- Ayuda a la cicatrización y disminuye las marcas de acné.
- Demora el envejecimiento y reduce las arrugas.
¿Cuáles son las consecuencias de la falta del colágeno?
- La piel se reseca y pierde la elasticidad prematuramente.
- La piel se vuelve más débil debido al adelgazamiento que sufre.
- Puede producir dificultad para cicatrizar.
- Aumenta la posibilidad de sufrir infecciones.
- Se desarrollan arrugas y flacidez.
